La tercera y última temporada de El Juego del Calamar, estrenada el 27 de junio, cierra la saga surcoreana que revolucionó el streaming con un desenlace intenso, emotivo y cargado de crítica social. Con seis episodios, esta entrega más breve retoma la historia tras el devastador final de la segunda temporada, donde la rebelión de Seong Gihun (Lee Jung-jae) fracasa y el juego continúa bajo la sombra del Líder, Hwang In-ho (Lee Byung-hun). La temporada combina nuevos juegos mortales, dilemas morales y un ritmo frenético, manteniendo la esencia que hizo icónica a la serie, pero mostrando signos de desgaste en su fórmula.
La narrativa sigue a Gi-hun, ahora al borde del colapso tras la muerte de su amigo Jung-bae y el fracaso de su plan para destruir a la organización. Los juegos, cada vez más letales, como una versión macabra de las escondidas o el regreso del juego del calamar con un posible duelo entre Gi-hun y el Líder, empujan a los personajes a límites físicos y emocionales.
Paralelamente, Jun-ho (Wi Ha-joon) intensifica su búsqueda de la isla, mientras la soldado Kang No-eul (Park Gyu-young) enfrenta un dilema moral que enriquece la trama. La temporada explora cómo la desesperación transforma a las personas, con un enfoque en la lucha de Gi-hun por preservar su humanidad frente a un sistema que premia la crueldad. La introducción de Cheol-su, el muñeco contraparte de Young-hee, añade un giro perturbador a los desafíos.
La serie sigue siendo una poderosa alegoría del capitalismo, explorando la
desigualdad y la deshumanización, aunque su mensaje se siente menos impactante que en 2021.
El Juego del Calamar 3 es un cierre digno que cumple con su promesa de tensión, violencia y reflexión social.