La trágica caída de Alejandro Landero, el galán olvidado de las telenovelas

Escrito el 20/10/2025
HAldama

Ciudad de México.– En una esquina de la vibrante Colonia Condesa, donde los cafés bohemios y los edificios art déco atraen a turistas y locales por igual, un drama real se desarrolla bajo el cielo nublado de la capital mexicana. "Lamentablemente, lleva aquí tres noches", dice una voz anónima en un video viral que ha conmovido las redes sociales. El protagonista no es un personaje de ficción, sino Alejandro Landero, un actor que alguna vez iluminó las pantallas de Televisa con su carisma de galán en telenovelas icónicas de los años 80 y 90. Hoy, a los 65 años, vive en situación de calle, acompañado sólo por sus inseparables mascotas: tres gatos y un perro, a quienes se niega a abandonar a pesar de la adversidad. Vecinos de la zona, alarmados por su precaria condición, han lanzado un llamado desesperado de ayuda, exponiendo no solo la fragilidad de una carrera en el espectáculo, sino las grietas en un sistema que deja a sus estrellas en el olvido.

Landero, nacido en Puerto Vallarta, Jalisco, irrumpió en la escena televisiva mexicana en la década de 1980, cuando las telenovelas eran el opio del pueblo y Televisa reinaba como un imperio mediático. Su debut notable llegó en 1982 con Blanca Vidal, una producción menor que le abrió las puertas a roles más prominentes. Pero fue en 1986, con Monte Calvario, donde comenzó a forjarse su imagen de galán secundario: carismático, apuesto y con una presencia que complementaba a las divas del momento. Su pico de fama llegó entre 1987 y 1988 con Rosa Salvaje, el melodrama estelarizado por Verónica Castro y Guillermo Capetillo, que se extendió por 199 episodios y se convirtió en un fenómeno cultural exportado a Latinoamérica y más allá.

En esta telenovela, Landero interpretó a Rigoberto "Rigo" Camacho, un personaje que encarnaba el encanto rústico y la lealtad, robándose escenas junto a Castro en tramas de amor, traición y redención social. La producción, dirigida por Valentín Pimstein, no sólo marcó una era –con ratings que superaban los 30 puntos en México– sino que catapultó a Landero como un rostro familiar en hogares de todo el país.

Su palmarés se enriqueció con Pasión y Poder (1988), donde compartió créditos con Victoria Ruffo y Enrique Rocha en una historia de ambición y venganza que duró 194 capítulos, y Un rostro en mi pasado (1989), otra joya de Televisa que exploraba temas de identidad y drama familiar. En total, Landero acumuló al menos cinco producciones clave en su currículum, todas bajo el paraguas de Televisa, donde su versatilidad lo posicionó como un actor confiable para roles de apoyo. Sin embargo, su carrera no trascendió a grandes protagónicos; era el eterno secundario, el que brillaba en el fondo mientras las estrellas principales acaparaban los reflectores. Fuentes cercanas a la industria sugieren que, como muchos actores de su generación, Landero enfrentó la volatilidad del medio: contratos esporádicos, competencia feroz y un envejecimiento que lo marginó de los roles juveniles que lo definieron.

¿Qué llevó a este veterano de las pantallas a las calles?

La respuesta, según reportes recopilados de múltiples fuentes, radica en una cascada de infortunios económicos exacerbados por la precariedad laboral en el mundo del espectáculo. Landero perdió su empleo estable –posiblemente su último contrato actoral hace años– y, sin ingresos fijos, no pudo cubrir la renta de su vivienda en la Ciudad de México. Revistas como TVyNovelas reportan que la crisis se agudizó recientemente, forzándolo a instalarse en la vía pública en la calle Mazatlán, entre Juan de la Barrera y Frontera, en la Condesa. No hay indicios de escándalos personales, adicciones o conflictos legales; simplemente, el silencio de los productores y la falta de oportunidades lo empujaron al abismo.

En un video de 2020 subido a YouTube, Landero ya desmentía rumores de su muerte por SIDA, aclarando que estaba vivo y activo, pero su presencia en redes sociales es escasa: perfiles inactivos en Instagram y Facebook muestran un hombre discreto, lejos del glamour que alguna vez lo rodeó. Su deseo actual: un albergue temporal de un mes para él y sus mascotas, con planes de regresar a Puerto Vallarta, donde podría tener raíces familiares o apoyo comunitario.

El video que detonó la alarma, compartido inicialmente en grupos vecinales de Facebook y replicado en X (antes Twitter), muestra a Landero sentado en la banqueta, rodeado de sus animales, con una serenidad que contrasta con su desamparo. "Se quedó sin trabajo y se encuentra en situación de calle con sus tres gatitos y su perrito, a los que no quiere abandonar", reza el mensaje original, atribuido a la cuenta @LaRomaMex

.En horas, se viralizó: publicaciones acumularon más de 1,390 likes y 405 retuits, mientras que en Instagram, reels superaron las 600 interacciones. Usuarios en X han amplificado el llamado, destacando su lealtad a sus mascotas como un símbolo de humanidad en medio de la crisis. "Si puedes ofrecerle techo por un mes, ¡tu ayuda puede cambiarlo todo!", implora uno de los posts más compartidos.

Este caso no es aislado; ilustra un problema sistémico en la industria del entretenimiento mexicano. Actores como Landero, una vez ídolos de masas, enfrentan jubilaciones precarias y desempleo crónico. La Asociación Nacional de Actores (ANDA), fundada en 1934 y con más de 10,000 afiliados, ofrece apoyo teórico: desde protección laboral hasta servicios médicos en consultorios y suministro de medicamentos vía WhatsApp.

Sin embargo, sus recursos para actores en situación de calle son limitados; no hay programas específicos para homelessness, aunque promueven mejoras en condiciones laborales y atienden emergencias médicas.

Fuentes sindicales indican que ANDA ha intervenido en casos similares, como el de actores veteranos con pensiones mínimas, pero no se ha reportado acción inmediata para Landero. Críticos en redes cuestionan: ¿dónde está la ANDA en momentos como este? La entidad, con sede en la Colonia San Rafael, podría ser clave, pero su respuesta ante esta crisis permanece en silencio hasta ahora.

Mientras la Ciudad de México lidia con más de 6,000 personas en situación de calle –según datos del Instituto de Asistencia e Integración Social–, el destino de Landero pende de un hilo solidario. Vecinos han recolectado donativos básicos, y ofertas de albergues para mascotas han surgido en X, pero él insiste en no separarse de sus compañeros fieles.

En YouTube, videos noticiosos acumulan miles de vistas, reviviendo clips de sus telenovelas para contrastar el ayer glorioso con el hoy desolador. ¿Regresará Landero a las luces? O, más urgente: ¿encontrará un refugio que le devuelva la dignidad?

Su historia no es sólo un chisme de espectáculos; es un espejo de una industria que devora a sus propios hijos. Si usted puede ayudar, contacte grupos vecinales en Condesa o a ANDA. En un mundo de estrellas fugaces, la verdadera lealtad –como la de Landero a sus mascotas– merece un final feliz.